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El Tigre
25/11/2020
Mundo Oriental
Opinión

¿AULA Y TALLER?: Carta abierta dirigida a Milena Bravo, rectora de la UDO

Ojalá esto llegue a sus ojos por alguna vía. Si no ve esto como otra voz de aquellas personas que tratamos de decirle palabras para que algo se modifique, tómelo como otra voz de aquellas personas que tratamos de decirle palabras, de nuevo.

Soy Sara Azócar, egresada de la UDO y quizás conozca más a mi papá que a mí por todos los años que él le dedicó a la Universidad. Con esto quisiera hacerle llegar algunos mensajes porque cuando mis compañeros que aún estudian en la UDO (o estudiaban, realmente los límites no los tengo claros por la situación) me decían que se había perdido la universidad, que daba lástima, yo no lo podía creer de una manera absoluta.

Me gradué en el Núcleo de Sucre hace 5 años y sé de lo que estamos hablando: Una ciudad que es una universidad o al revés, como quiera verse. Un espacio enorme que siempre separé -para entenderlo- en montañas edificadas. ¿Sabe de qué estamos hablando, señora? Montañas edificadas o un trabajo de muchísimos años con el único propósito ENORME de crear un sitio para la investigación, para la EDUCACIÓN. Que, en mi opinión, es el sector que más padece el agravio que vivimos hoy en nuestro país por infinidad de condiciones que ya sabemos y que no.

A la UDO no la conocí cuando empecé la licenciatura, por que yo siento haber empezado la universidad -la vida en la universidad- mucho más pequeña, cuando mi papá me llevaba al auditorio (hoy destruido por cierto -y esto no es nuevo-) y a las clases de teatro con mi profesor amado Henry Guerra y ¿sabe qué? Yo no era la única niña que andaba por ahí. Había una vida y eso era evidente porque las cosas se movían y no de la manera patética, “espectral” y asquerosa en la que se mueven hoy. Se movían bien, tenían el ritmo de cuando se están generando cosas buenas y eso se extendía a toda Cumaná, usted lo sabe. Quizás lo llegó a vivir, no lo dudo. Cumaná es la UDO y al revés.

El auditorio…Allí dijo varias palabras reveladoras Rafael Alberti hace unas décadas y se escuchó la voz hermosa de Mercedes Sosa, ¿pero sabe qué más pasó? Se pasearon miles y miles de estudiantes en funciones de teatro, clases de música, de todo tipo de artes. Qué hermosos los encuentros de teatro universitario, de los orfeones, de las estudiantinas, ¿sí se acuerda? Porque creo que muchos lo recordamos con amor.

Finalmente, vi una fotografía hace poco con una nota contundente, firme y bella como todo lo que escribe el respetado udista -también- Rubi Guerra. La fotografía era de un territorio que yo desconozco ahora y que pareciera que hubiese sido atacado por la guerra. Y es que le digo algo: Eso fue lo que pasó. Fue atacado por el mismo ente poderosísimo que moviliza las guerras.

No pasaron más de 4 días desde que leí el artículo, cuando un amigo me pasa por un mensaje privado una fotografía de la Biblioteca Central de la universidad quemada. ¿De qué estamos hablando? Del incendio de la mismísima educación. Se quemó la educación. Una representación absoluta de una masacre a nuestra identidad.

Yo, desde este rinconcito de Caracas donde vivo ahora -porque sí, tengo varios años viviendo acá, por la razón de venir a seguir estudiando motivada por un extraordinario y alentador recorrido en la UDO-, desde este lugar pequeño me sentí humillada.

Lo sentí personal y, de hecho, lo es. Imaginemos, entonces, de cuántas masacres personales al respeto -fundamentalmente- estamos hablando. En mi graduación, fueron más de 1000 egresados si mal no recuerdo y en ese momento, el número fue bajo ¡imagínese! Ese fue un día de diciembre de 2015, pero en unos pocos meses venía la otra promoción. Así de rápido salían miles de profesionales.

La UDO era una paridora.

Yo tengo días buscando un adjetivo ante lo que ha pasado, pero no lo encuentro; sigo leyendo a mis profesores respetados, dignos como ellos solos, compartiendo con tristeza esto… Y están tristes de verdad, señora, porque para ellos la UDO es su vida y hablamos en un término completo de la palabra y por ahí podríamos sacar muchísimas otras cuentas para muchos otros mensajes. Todos sabemos lo que dan y lo que reciben.

Busco respuestas ante las imágenes. Escucho al querido Guillermo García Campos decir que esto también es responsabilidad de nosotros los cumaneses que lo permitimos y estoy totalmente de acuerdo y amanece hoy y observo un colectivo de restaurantes (RESTAURANTES Y ESTO ES UNA GRANDÍSIMA MARAVILLA PORQUE HAY GENTE EN LOS ALREDEDORES AJENOS QUE SÍ LO VE CLARO) que se organizó para juntar un día de ganancias de sus locales y comprar nuevos lotes de libros.

Si nos fuéramos a cuando todo esto del estudio comenzó ¿Qué hubiese pasado, señora? Yo la verdad creo que el levantamiento por defender lo propio sería a diario, no se hubiese detenido, sería insoportable y ebulliría en nuevas y grandes cosas y este es otro de los mensajes: No puedo entender la idea de que esto no se discuta de una manera SERIA, que usted como representante de la Universidad -todavía hoy- no ofrezca unas declaraciones donde se proponga, más que redundar en lo que ya sabemos.

No quiero aceptar la idea de que esto se nos olvide porque yo como estudiante y egresada, me cansé de que todo se nos olvida, me gustaría también -no le niego- saber de qué forma yo podría generar un nuevo aporte desde mi nuevo sitio y se me llena la cabeza de pensamientos con mis compañeros de estudios y al mismo tiempo aparece la imagen de montañas edificadas vueltas nada por la desidia y bajeza. Y, créame, de verdad créame, que sigo buscando adjetivos para lo que ha pasado, pero se me escapan de la razón, completamente.

Quisiera que estas palabras que no tengo idea a quien lleguen se extiendan a usted también, señor gobernador del estado Sucre, señor alcalde. No se puede ser tan indiferente o sí se puede, pero a qué costo. Quisiera que esto llegara a mis compañeros y a mí misma para seguir buscando respuestas ante posibles soluciones futuras.

Esto lo escribo porque me ha generado una tristeza grande y una decepción mayor y un grado de impotencia enorme, porque en esa universidad, señora rectora, yo estudié la Educación y esto no estaba entre las páginas de los libros. No de esta manera tan clara.

En las páginas de los libros se hablaba de la lucha por el avance, por el intercambio, por una dinámica agitada y agitadora, por una persistencia en la ocupa de los espacios y esto resulta que viene a ser todo lo contrario y yo me vuelvo a preguntar: ¿Qué es lo que verdaderamente nos importa? Me pregunto, le pregunto: ¿Qué le importa, señora rectora? ¿Señora decana? ¿Señores gobernantes? ¿La universidad importa? Porque si es así, hay que reconocer la magnitud de lo que acaba de ocurrir y para buscar salidas el tiempo no se puede perder y la cara debe darse ya y las manos deben hacer algo ya y las decisiones deben ser tomadas ya.

Aunque yo le digo a usted, señora rectora, que sinceramente no sé si pueda esperar algo después de tantos años donde progresivamente nos consumimos en una absoluta inercia, porque ciertamente y aunque me duela reconocer esa realidad, esto no es nuevo y venía creciendo hasta llegar a una cosa putrefacta y tan vergonzosa para la misma educación, que supera el descaro.

En esa biblioteca, se quemó lo que para mí fue más de un año de trabajo: Mi tesis de grado, que tanto celebré, por la que tanto me desvelé y que tantas satisfacciones me dio y tanto aprendizaje. Yo soy una arenita en esas playas de tesis quemadas.

Yo recuerdo el recelo de los bibliotecarios de la udo: Tres días y devuelves el libro. Uno se los comía, o les sacaba copias o los disfrutaba como quien tiene el amor de su vida en los brazos solo por 3 días y luego tiene que despedirse. Entonces, fueron miles de amores que hoy son polvo.

Yo recuerdo que mi mejor amiga me dijo un día que su papá, un profesor de matemáticas muy famoso de la UDO, le dijo que había unas ediciones de libros de matemáticas que nunca consiguió en Francia y estaban ahí al cruce de los agachaítos que tampoco existen ya o que ahora se agachan en sus casas extrañando su trabajo, su hogar real.

Esto no es más que un llamado porque la Universidad me dejó un compromiso que no puedo eludir por respeto a mis amigos, a los libros -que son el valor material más elevado que puede tener una sociedad-, a los nosécuántos años que mi papá entregó a Publicaciones, a Cultura y a los salones de sociología, a la formación de mi mamá, de mis hermanos y a mí misma porque me respeto y valoro lo que hice en 5 años, sobre todo, porque hoy me permite comer.

No se puede perder tiempo, señora. Esas montañas son muy grandes y están secas.

A la des-política: El caradetablismo cobra con el tiempo. Como la educación es tan noble cuando se hace bien y de verdad (como, me consta, sucedía en la udo) a quien va en contra o se hace el loco, algo se le quita, tan grande como eso que dejaron pudrir.

Por cierto, muchas buenas madres con recursos cero, soñaron la Universidad de Oriente como una oportunidad de estudio para sus hijos y esto ya es redundancia.

Sara Azócar, egresada de la UDO, año 2015

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