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20/04/2021
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Destellos de la memoria: Personajes de mi pueblo (Aquiles Rafael Zerpa)

José “Cheo” Salazar

Twitter: @Cheotigre

“El hermano que es de humilde condición, gloríese es su exaltación”. Sermón: Santiago 1:9-11

Las personas humildes, en mi opinión, deben ser reconocidas. Máxime cuando las hemos visto durante toda la vida ejerciendo una dura profesión, no para enriquecerse, solo para sobrevivir o mejor para vivir dignamente. Ese es el caso de Aquiles Rafael Zerpa, a quien califico, sin temor a equívocos, como el trabajador informal (buhonero) más viejo de la ciudad. En edad y en tiempo ejerciendo la actividad. Una vida en el oficio.

Aquiles Rafael Zerpa, vino al mundo el 9 de marzo de 1949, en El Tigre, calle Anzoátegui. Estudió la primaria en la escuela Juan Antonio Pérez Bonalde – Catia – Caracas, donde alternó sus clases con la venta en las calles de la parroquia Sucre de bolsas de cemento a Bs. 0, 25 (un mediecito), crema dental Colgate 3 por Bs. 2 y quincallería en general. Fue el inicio de un largo camino, que continúo y continúa en El Tigre, en la actividad comercial informal. Y ahora es cuando.

El trabajo en la actividad comercial informal, lo ha llevado a tener puestos fijos en el antiguo mercado de la calle Guevara Rojas – hoy Mercado Turístico – Mercado de Pueblo Norte y el Mercado de la calle Miranda, de los cuales conoció desde que los construyeron. Nunca se mantuvo en ellos. El trabajo del buhonero es en la calle y en la calle se ha mantenido y se mantiene. En la actualidad está ubicado en la acera de la farmacia Multi Ahorros de la calle Sucre, donde tiene varios años y una clientela cautiva. No tiene competidor.

Hijo del riocaribero Pablo Lugo y la zaraceña Carmen Zerpa, quien tiene 95 años y está invidente, Aquiles Rafael Zerpa, con su proverbial humildad, confiesa que mantiene a su querida madre con las pocas ganancias de su trabajo y la ayuda de un sobrino. Y, como nunca faltan los inescrupulosos, tiene que estar bien pendiente de la mercancía que exhibe sobre una sábana para que no lo roben, empero, ha sido víctima de timadores, que lo han engañado con el pago móvil. El tostoncito no lo ayuda mucho.

En sus largos años como trabajador informal vendió animalitos, la polla de caballos que popularizó el desaparecido y siempre bien recordado Pablito Rivas. Esos juegos no siempre fueron legales, por lo que era prohibida su venta, lo que lo expuso en varias oportunidades a tener que lidiar con las autoridades policiales quienes lo detenían y ponían a la orden de los prefectos del momento, los cuales lo amenazaban diciéndole: “Sí vuelves a caer te vamos a aplicar la Ley de Vagos y Maleantes”. Nunca paso del susto. Era intimidación.

Aquiles cuenta que en una oportunidad lo llevaron detenido, lo metieron en una celda con los azotes de barrio Tizón y Simón Bembón. El primero lo agredió pegándoles con una botella de Pepsi Cola grande y el segundo lo defendió. En ese momento, apareció el Prefecto Guillermo Arreaza Arcas, quien lo sacó de inmediato del calabozo, lo puso en libertad y mientras ejerció la Prefectura; disfrutó de libertad para trabajar sin presión y amenaza de ningún tipo, porque se hicieron amigos. “Guapo y apoyao”, pues.

Nuestro personaje es un hombre de condición humilde, que merece exaltemos para que cuando, nuestros eximios cronistas, decidan escribir la verdadera y autentica historia de El Tigre, lo incluyan en el disco duro de nuestra memoria histórica ¡Vale!

El Tigre, diciembre de 2019

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