La parturienta está preparada; la que el parto se acerca.
El mundo se convulsiona, se oyen clamores. Es el fin de los tiempos y pronto habrá nacimiento, abriéndose así el aposento de los cielos.
Viene su gloria El Rey a ocupar su trono de la nueva Jerusalén y regir los destinos de la nueva civilización: Donde ya no habrá más llanto, hambre, enfermedad y dolor- y las lágrimas ya no serán. “Todas las cosas habrán pasado”, cumpliéndose así las profecías.
Entonces estemos preparados para recibir al Rey con gran gozo y alegría y estar eternamente junto a él.
¡Que así sea!
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Luis Ramón Rodríguez Mata
Poeta. Cronista de Pueblo