La tristeza de escribir la historia de un pueblo desasistido, sus calles lucen sucias y solitarias y en sus noches las luciérnagas apagadas y mas que un habitante inerte como piedra en el camino, y por su flacidez luce mas delgado que un silbido y estando de frente de perfil, parece como tal vez una aguja de ojo desorbitado para insertarle la punta de la pavela de hilo.
Todo es silencio y tristeza a pesar de estar pronto festejando sus 88 años de haber nacido, sus hijos parecen estar mas muertos que vivos con mucha hambre y sed, cual dromedario en un desierto de olvido.