Kevin C. Rhoades, presidente del Comité de Doctrina de la Conferencia de Obispos Católicos de EE. UU., así como el arzobispo Joseph F. Naumann de Kansas City, responsable del Comité de Actividades Provida de la conferencia, emitieron un comunicado en el que expresaban sus dudas sobre el preparado de J&J.
Estas opiniones las emiten porque según su consideración «suscita cuestiones sobre la permisibilidad moral de emplear vacunas desarrolladas, probadas y/o producidas con la ayuda de líneas de células derivadas de abortos».
El último en sumarse a estas suspicacias ha sido el obispo Robert Deeley de la diócesis de Portland, que ha pedido a sus feligreses que opten por otras vacunas que no sean la de J&J.
En un comunicado, Deeley afirmó que «si alguien puede elegir entre vacunas igualmente seguras y efectivas, deberían escogerse las vacunas con la menor conexión con líneas de células derivadas de abortos».
«Por tanto, si alguien tiene la capacidad de elegir una vacuna, las de Pfizer y Moderna deberían ser elegidas antes que la de Johnson & Johnson», dijo el obispo.