Y en el cada día un nuevo amanecer en frío y brisa mañanera, aquel hombre retoma sus caminos, ya para él establecidos. Sentándose bajo la sombra gélida de un taguapire escribe: «Deja que sonría la calamidad porque de ella deriva toda la necesidad y aquel que la utilice no tendra amor, ni paz, pero la calamidad no se queda atrás y se generaliza, enquisa en el corazón del hombre tratando de vencer su paz y su amor».
Así escribo, prosigo y digo: «En el país no hay gas, gasolina y la poca comida ¡Mira! Cuán costosa, agua, aún nadando sobre ella y no la tenemos pa’ cocina’, mucho menos para bañarnos o lava’.
Los chorito a la orden del dia a día para arrebatarte tu celular y sus padres iguales a ellos, ni pendiente estan, no importandoles el no ir a la escuela de contacto personal según ellos; ahora es mejor la educación por ser virtual, porque así hay mas tiempo para salir a operar (chorear).
No hay atención médica efectiva, ni tampoco medicinas y la consulta existente es lucrativa, perdiéndose así el valor del ser humano por el margen de la plusvalía de la ganancia y otra de las calamidades existentes, y la peor de todas, es la del razonamiento de nuestros propios requerimientos.
¡Pero en nosotros está la salida de éstas y otras calamidades que nos puedan sobrevenir!, tan solo pensemos en el que hacer y no quedarnos como el de pensamos osea ¡Lo pienso pero no lo voy hacer, hagámoslo ya! ¡No dejemos para mañana lo que podemos hacer hoy!
Escribo y me detengo y me despido con un hasta luego, porque se me agotó la dopamina de mi cerebro siendo esta, otra calamidad que tengo que solucionar ¡Y no me joran!